Un retrato del cannabis en Uruguay.

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Ely es nuestro correspondiente en Uruguay. Allí, detalla para nosotros los diferentes aspectos cannabicos del primer país a haber autorizado la venta del cannabis recreativo sobre su territorio.

F ebrero 2018, el piloto anuncia que vamos a iniciar el aterrizaje hacia Montevideo, la capital de Uruguay. Me fui de mi Francia natal para vivir un año en este pequeño país atascado entre Brasil y Argentina. Al aterrizar, me doy cuenta que no conozco mucho del país. Sólo sé que tienen buena carne, buenos jugadores de fútbol y que el cannabis es legal. También escuché hablar del ex-presidente, un tal pepe Mujica. Fue justamente ese anciano, que parece un campesino, quien hizo las cosas para que el cannabis sea legalizado.

Una vez que estoy en tierra firme, busco un taxi para ir a mi alquiler Airbnb, donde mis huéspedes me dan la bienvenida calurosamente. Me proponen de compartir su plato de pastas y su botella de vino. Al final de la cena, uno de ellos saca una bolsita de plástico rectangular sobre el cual está escrito “Cannabis variedad alpha 1”. Sobre la bolsita, una indicaciones sobre el producto están inscriptas. Hasta está indicado el cannabis recreativo es dañino para la salud. Es la primera vez que veo cannabis legal y reconozco estar impresionado. Mientras que mi huésped se lía un puro en un papelito, le pregunto dónde y por cuánto consigue su droga suave. Me contesta que compra eso en la farmacia y que paga el equivalente de 1 a 2€ el gramo. Me imagino entonces yendo a la farmacia para buscar paracetamol y veinte euros de cannabis.

El día después, me despierto temprano para ir a buscar cannabis. Llegando a la farmacia mas cercana, pido en el mostrador, en un español más que aproximativo, si tienen cannabis. Le doy algunos sinónimos: “weed, smoke, marijuana, cnnabis, green smoking”. Mientras mimo a alguien fumando un porro, la vendedora me mira sorprendida y me hace comprender que no me encuentro en el sitio adecuado. Un poco desorientado, vuelvo para contarles a mis huéspedes mi desventura. Cuando me oyen, empiezan a reírse a carcajadas y me enseñan que los turistas no pueden comprar. Además, menos de 20 farmacias venden. La desilusión es total: el cannabis legal en Uruguay no me sirve estrictamente para nada.

 

Luego de ese fracaso, me digo a mí mismo que voy a aprender un poco mas sobre la historia del país al cual vine a vivir por un año. Ahora sé que tienen buena carne, buenos jugadores de fútbol, que el cannabis es legal, pero que no puedo comprarlo.
Así, después de algunas búsquedas, me entero de que la venta y la producción están muy reguladas. Para darles un contexto, cuando Pepe Mujica legaliza el cannabis en 2013, ve una oportunidad para luchar contra el narcotráfico, rompiendo las fundaciones económicas del mercado. La opinión pública estaba de hecho en contra de esa reforma: no fue entonces una presión popular que permitió la legalización.
El objetivo era de remplazar un mercado ilegal por un mercado legal y regulado. Los uruguayos deben inscribirse en un registro para comprar. Esas listas son de hecho fuente de debate para los más viejos que han conocido la dictadura y los más jóvenes que miran la serie Black Mirror. Luego, los uruguayos pueden comprar hasta 40 gramos por mes y deben elegir entre 4 variedades de escaso contenido de THC. El cannabis es legal, pero Uruguay no es el paraíso del fumador o un business de altos beneficios cómo en América del Norte.

Unas semanas más tarde, ya conociendo más cosas sobre la legalización, me voy adaptando progresivamente. Me hice un amigo con el que estoy ahora mismo en su coche, en camino a jugar un partido de fútbol. En el camino, un fuerte olor a cannabis va llenando el coche. Me dice haber ido a un club de cannabis para buscar su ración mensual. Esas asociaciones tienen derecho de plantar hasta 99 plantas, según la cantidad de socios. Son como máximo 45 personas y  la ventaja principal es que plantan todo tipo de variedad. Eso representa una ventaja importante en comparación con las variedades limitadas que cultiva el Estado. Sin embargo, los precios son bastante elevados y la cantidad de clubes limitados, lo que impide el acceso de esas asociaciones al público general. La tercera opción para conseguir cannabis es de plantar sus propias plantas. También hay que inscribirse en un registro para cultivar legalmente y está prohibido tener más de 6 plantas. Podemos entonces imaginar que bastante gente no se demora con esas listas.

Unos meses más tarde, en pleno invierno uruguayo, me encuentro con amigos en la terraza de un bar y pido una Norteña, una cerveza local al sabor insípido y embalaje clásico.

Un amigo me pasa un porro que rechazo enseguida. Ese cannabis tiene un olor bastante malo. Pregunto por qué y m explican que es paraguaya, un cannabis comprimido de muy baja calidad. No huele bien te da dolor de cabeza. Sin embargo, presenta la ventaja de ser fácil de transportar por su formato comprimido y, para los consumidores, es realmente barata. La paraguaya es el equivalente del shit francés y, hasta el principio de los años 2000, la mayoría de la gente fumaba sólo eso. Era raro encontrar plantas lindas. Después de la legalización, la paraguaya se convirtió en el cannabis del que la rema, y la calidad de a droga suave aumentó notablemente.

Ahora, ya va un año que vivo en Uruguay y realizo, para mi sorpresa, que la mayoría de mis conocidos obtienen su cannabis ilegalmente. Hemos visto en este artículo que mucha gente local  sospecha del registro del fumador, que el costo de los clubes de cannabis es elevado y que las farmacias que venden no son muchas. Otro factor que explica el fenómeno es que la venta es muy reciente. EL cannabis es legal desde 2013 pero la venta solo fue permitida desde el 2017. El establecimiento de la legalización fue desacelerado por la burocracia del país y la voluntad de crear une regulación estricta y regulada. Además, se olvidaron de los Estados-Unidos de América. Y no es bueno, acorde a la historia del último siglo, no es bueno olivarse de los Estados Unidos cuando uno es un gobierno de Latinoamérica. Así, los bancos americanos amenazaron a los bancos uruguayos de romper su amistad si colaboraban con las farmacias que vendían cannabis. Los bancos uruguayos han rápidamente elegido de qué lado jugar y han amenazado a su vez a las farmacias de cerrar sus cuentas bancarias si vendían cannabis. Así mismo, existen hoy menos de 20 farmacias que venden cannabis en Uruguay, y 11 de los 19 departamentos del país no tienen punto de vista de cannabis. En Uruguay, cuando una farmacia anuncia que tiene stock, es casi seguro que habrá una cola enorme y que ese stock se va a acabar muy rápido. La demanda sobrepasa la oferta y la venta legal no está todavía bien establecida.

Para concluir, vivir en un país donde el cannabis es legal hace completamente absurdo su ilegalidad. Para el no fumador, no cambia nada y el fumador fuma mejor y más tranquilo. Los fumadores que no hayan optados por la vía legal se proveen principalmente cultivando o gracias a algún conocido que cultiva. El crecimiento del consumo estanca desde el 2013. Legalizando el cannabis, este pequeño país hizo oficio de laboratorio para el resto del mundo, la legalización es compleja pero los beneficios son reales.

 

Ely 

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