Retrato: José Mujica, el primer presidente que legalizo la weed.

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Ely, nuestro corresponsal en Uruguay, analiza allí para nosotros los diferentes aspectos cannábicos del primer país en haber autorizado la venta del cannabis recreativo.

José Mujica, llamado « El Pepe », es una figura emblemática en la historia de la lucha por la legalización del cannabis. Es principalmente gracias a él que Uruguay se transformó en 2013 en el primer país donde la weed es legal. Este viejito de cara hinchada y aspecto paisano recuerda a un jubilado cualquiera de los campos uruguayos. Su aspecto no promete mucho, sin embargo ha conocido un éxito internacional a lo largo de su presidencia. Figura importante de la coalición de partidos de izquierda de su país, la sucesión de reformas progresistas que inició tuvo bastante eco mediático. Este personaje atípico llamó la atención de los medios internacionales, que lo presentaron bajo el llamativo apodo de “el presidente más pobre del mundo”.

Efectivamente,  Mujica no quiso cambiar su estilo de vida al volverse presidente. Por esto, dona 90% de sus ingresos a asociaciones caritativas. Se las arregla entonces con un poco más de 500 euros por mes, y ahorra en caso de épocas difíciles. Mujica se negó además a vivir en el palacio presidencial para quedarse en su pequeña casita campestre, no muy lejana a la capital. Su sobriedad la elige y la venera: Mujica ha sobre todo mantenido sus antiguas costumbres.

Por el otro lado, ha transformado drásticamente el panorama social uruguayo al legalizar el aborto, el matrimonio homosexual y la weed, en solo 5 años de mandato. El primer hombre en legalizar la weed es, entonces, un viejo campesino, pero no solo eso: es además un antiguo dirigente de un grupo guerrillero de los años 60, que pasó toda la década del 70 en prisión.

Este modesto abuelito legalizó la weed partiendo del simple hecho de que los países que luchan contra el narcotráfico y la consumición de drogas desde hace 100 años no han tenido más que fracasos. Por ejemplo, en Uruguay cerca del 10% de la población declaró haber consumido weed en los últimos 12 meses y esos hábitos no van a desaparecer, por lo que las personas continuarían consiguiéndola ilegalmente. Mujica propuso entonces la legalización con el fin de luchar contra el narcotráfico, reemplazando el mercado criminal por uno regulado por el Estado.

La motivación principal era reforzar la seguridad del país. Fue en un plan de 15 etapas, llamado “estrategia para la vida y la coexistencia”, que propuso el proyecto. Mujica legalizó entonces la weed con el objetivo concreto de reemplazar el mercado criminal, sin hacer por esto que aumente la consumición, por lo que Uruguay no es hoy un mercado con mucha ganancia, como lo son Canadá o ciertos estados de los Estados Unidos. La weed se vende a un precio de entre 1 y 2 euros por gramo, con condiciones legales firmes y la prohibición de compra para los turistas (ver el artículo “Un retrato del cannabis en Uruguay”). Sin embargo, el 66% de la población uruguaya estuvo en contra de la legalización.

Mujica entonces legalizó y regularizó la venta y el consumo de cannabis con la simple convicción de que aquello iba a mejorar la convivencia en su país, esto a pesar de una opinión general desfavorable y de múltiples presiones de bancos internacionales. No es la legalización de la weed lo que es más interesante, sino el hecho de que un presidente tome el riesgo de imponerse a su población, y la libertad de tomar sus propias decisiones. Para comprender a Mujica y el impacto que tuvo como presidente, es necesario volver sobre su pasado de revolucionario y preso político.

Visitemos la América Latina de los años 60, época en que las democracias caen como dominós y las dictaduras militares intentan eliminar la « amenaza comunista ». Uruguay mantenía aún las elecciones democráticas, pero el país se encontraba fuertemente corrompido bajo el yugo de la potencia estadounidense. Todos los países latinoamericanos tuvieron su guerrilla socialista, y en Uruguay se llamó los Tuparamos.

En sus 30, el abuelo Mujica era uno de los principales dirigentes de los Tuparamos. Este grupo armado llevaba a cabo diferentes acciones para desestabilizar el poder político y luchar contra la hegemonía americana, el fascismo y los grupos de extrema derecha, que se volvían cada vez más numerosos. En el plan ideológico, eran principalmente de izquierda, aún si los perfiles de sus integrantes eran variados. El grupo tuvo cierta resonancia mediática por haber asesinado a un agente de la CIA que había llegado a Uruguay para formar a la policía para la represión de grupos revolucionarios comunistas. Sobre todo, estos agentes norteamericanos formaban a los policías del hemisferio sur con las técnicas de tortura más avanzadas. El asesinato de este agente de la CIA constituyó por cierto el argumento de una película de Costa-Gavras, “Estado de Sitio”.

En 1973, en Uruguay se instala a su vez una dictadura militar apoyada por el régimen norteamericano, y Pepe Mujica es encarcelado. Pasará 12 años en prisión y sufrirá un buen número de torturas, entre las cuales aquella que parece más haberlo marcado: el aislamiento.
La película « Compañeros », estrenada en 2018, retoma su período en prisión y la destrucción física, mental y psicológica que le fueron infligidas.

Al finalizar su encierro, fue diagnosticado con una psicosis paranoide. Hoy en día, es con la mirada baja que habla de esa época de su vida. Sus años en prisión serán, según él mismo, la época fundadora de la elaboración de una ideología que se empeñó en difundir. Para Mujica, la política es un medio para transmitir su mensaje, como se puede ver en su discurso dirigido a las Naciones Unidas, en el que dice que se debemos dedicar tiempo y espacio a la consagración de aquello que nos hace felices, que no debemos abocarnos al consumo y que debemos concentrarnos en el amor. Dice también la felicidad no depende de factores externos sino de uno mismo, lo que es bastante fuerte de oír viniendo de un hombre que pasó muchos años en la privación total. Su relación con el tiempo, y con la libertad de disponer del mismo, está presente en todos sus discursos.

Otra lección que Mujica menciona haber aprendido de su época en prisión es que no hay que vivir en el pasado, y que hay que ir siempre hacia adelante. Herencia de este pensamiento son sus políticas sociales, evidentemente. Por todo lo vivido, Mujica conoce el precio de la libertad y, siendo presidente, ha dado al pueblo el poder de tomar sus propias decisiones. La legalización de la weed es un ejemplo de esto.

Al final de la dictadura, Mujica continuó involucrándose en acciones políticas en representación de los Tuparamos, pero de manera pacifista. Por esto, los Tuparamos son hoy en día una de las pocas guerrillas legitimadas. Se aliaron muy pronto con otros grupos de izquierda y de extrema izquierda para integrar el Frente Amplio, que se convirtió en uno de los principales partidos políticos de Uruguay. Mujica jamás negó su pasado, y su llegada a la presidencia siendo ya un hombre mayor sigue la línea de sus acciones políticas guerrilleras, con la misma voluntad revolucionaria de su juventud. En teoría, la legalización parece evidente y la represión absurda, pero Mujica es el primer hombre en haberla concretado, con lo que mostró al resto del mundo que no era imposible.

Mujica es el primer hombre en legalizar al weed en la escala de un país, porque es revolucionario, un revolucionario que creyó en la libertad individual.

Ely

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